Nunca supe decirte cuando, pero siempre he sabido que lo haría. No llego a imaginar que puedes ver si miras a tu alrededor, como escapan los colores a la luz que te rodea o el transcurso de un tiempo que no se puede ganar o perder. Cerca de mí el tiempo pasa deprisa, más rápido del que puedo sentir en mi interior. Aún así todo fluye, avanza, se convierte y sin darme apenas cuenta, los momentos suceden.
Nacistes antes de tiempo, sin prisa, desafiando sin invitación cada instante que no te pertenecía. Y lo lograstes. Cautivastes el silencio de cada voz y desvanecistes las palabras de cada lenguaje; porque allí, atrincherado en cualquier rincón, mirabas con vehemencia tu alrededor. Me acostumbré a entenderte, al juicio silencioso de ojos negros, al delicado sonido de cada pisada o al acusado suspiro que tanto te delataba. Sí, formabas parte del soslayo de cualquier mirada.
Muchos fueron lo días que me eseñastes a estar solo sin sentirme solo y me demostrastes que un corazón grande se llena con poco...Tu recuerdo, tan infinito como mi gratitud.
El recuerdo es un poco de eternidad. Antonio Porchia