Huele a inmensidad. Otra vez. Nace un estado de calma que logra predecir la mayor de las tormentas. Después, el silencio despierta alrededor, alentando con fuerza para que sólo pueda escuchar la soberana sonrisa del miedo. Es inquietante, lo sé, pero esta vez fui yo quien escogió el instante. Podría pararme, levantar los brazos y gritar, aceptar el reto de dominarme a mi mismo...Demasiada osadia para tan poco talento...
Necesito creer que existen razones que aunque no comprendamos justifican cada cambio y emoción de nuestro pequeño mundo. Que la mayor injusticia cobra sentido al enfrentarte a la adversidad. Porque es posible que allí, más allá de cada tormenta nos esté esperando, algo que huele a futuro y sonríe con la misma fuerza con la que lo hicimos la primera vez.
El futuro empezó ayer. Luis Cardoza Y Aragón
